viernes, 9 de julio de 2021

Músculos atrofiados

N.U.L. (18)

Marianito, un chaval tímido e introvertido durante toda la vida y un poco corto de entendederas, a la edad de dieciocho años quiso cultivar el cuerpo. No sabía que se podía cultivsr también la mente; nadie se lo dijo. Pensó que con un cuerpo culturista las chicas caerían rendidas a sus pies, ya que su timidez le había impedido tener antes novia. El pobre hombre se machacaba a diario durante tres horas que si curl de bíceps mancuernas, que si press militar bar, que si cruch abdominal, que si hip thrust en máquina de femoral y un largo etcétera que al pronunciarlo parece que escucháramos a una persona vomitar.

Sebas, el monitor del gimnasio le dijo que se lo estaba currando y que si seguía así en dos o tres años estaría casi como él, que era la misma imagen de un Adonis. Mariano no estaba por la labor de tener que esperar tanto tiempo y le mencionó a Sebas que había oído hablar de algunos productos, que si proteína de suero, que si aminoácidos instantáneos, que si creatina, que si carbohidratos. Sebas le pidió que hablara en voz baja y le condujo a la trastienda donde guardaba diferente tipo de sustancias prohibidas, a cuál más nombre rimbombante y precio más desorbitado, pero ¡claro!, como le dijo Sebas «con esto en vez de tres años, en tres meses ya ves resultados». Dicho y hecho, Marianito que tuvo que pedir un crédito para los gastos que le estaba ocasionando el ‘esfuerzo’, se volvió medio loco con su objetivo de conseguir un cuerpo diez; y para ello, no solo, no dejaba de asistir al gimnasio a castigar el cuerpo, también se castigaba con grandes ingestas de diferentes potingues, compuestos y pastillas.

Aunque el tiempo se le hizo largo, todo llega; y pasaron los tres meses que Sebas le había profetizado. Mirándose en uno de los espejos del 'gym' y ante las palabras de alabanza del listillo monitor se vio guapo. Esa imagen y esas palabras le hicieron cambiar, era otro hombre: un super hombre.

Cuando salió a la calle creía que todo el mundo lo miraba.

—Ante una belleza así no se pueden cerrar los ojos. —pensó el nuevo Adonis y con una decisión inusitada en él, se desnudó en plena calle de la camiseta y se dirigió a una hermosa joven que esperaba en el semáforo a su lado.

—¡Hola, guapa! ¿Qué haces esta noche?

—Me lavaré los ojos con jabón de ‘Lagarto’. ¡Qué asco de músculos, tío!


CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.

jueves, 8 de julio de 2021

Cuando las bromas se van de las manos

N.U.L. (17)

Jesús Peñas siempre fue un tipo guasón, buen contador de chistes y amigo de las bromas, sobre todo de las bromas ajenas.

Cuando estaba en quinto curso de primaria, no se le ocurrió otra cosa al mozo que despedirse de su profesora Engracia con una de sus habituales bromas. Era el último día de clase antes de las vacaciones de verano; y tenía preparada, como suelen hacer los falleros valenciano, una buena traca final: Metió un ratón en el bolso de la esmerada docente. Fue una broma pesada, a todas luces, porque ella tenía fobia a los ratones; lo que empezó siendo una broma pesada para echarse unas risas se convirtió en un drama. No temía a las represalias, pues ya no le podrían castigar.

Cuando pasó a secundaria, más de lo mismo. Un día que fue expulsado de clase junto a su amigo Chele y de camino al despacho del jefe de estudios, el señor Bustamante, se detuvo para coger un extintor de incendio colgado en una de las paredes que daba a un patio interior de tres plantas con sendos corredores alrededor de las mismas. Desde la última planta y aparato en mano, apretó la palanca de disparo del mismo para descubrir cómo una nube fina de polvillo blanco de dispersaba por todo el hueco interior del recinto para caer con un movimiento de fina lluvia e inundándolo todo y cubriendo la superficie cual nevada. El mozo estuvo un mes suspendido de asistencia a las clases.

Cuando tuvo que responder ante la patria y acudir a la prestación del servicio militar todo tenía que cambiar, pero no. A eso de llevar un mes en el cuartel y después de haber hecho dos maniobras se sabía todas; y se escaqueaba de sus obligaciones como el que más. Una tarde, cuando el resto de los compañeros estaban en la cantina, se hizo acompañar de Jaime para que este vigilara mientras él hacía la «petaca». Un descuido con el cigarrillo provocó que se prendieran las sábanas. Dio comienzo a un incendio que no pudo controlar y que se propagó por el resto de camas. Él y Jaime salieron corriendo para que no les relacionaran con el atentado. Toda la compañía estuvo arrestada durante tres meses. La broma ya estaba hecha. Allí en la mili aprendió un oficio como ebanista. Profesión a la que más tarde se dedicaría tras terminar la milicia.

Cuando se registró como autónomo en el oficio de la ebanistería tampoco dejó de bromear y reírse con las cacharradas que hacía a todos los que con él se topaban. Un mal día lo tiene cualquiera. Hay días que no se tienen ganas de trabajar, pero es lo que tiene ser adulto, que tengas ganas o no debes responder en el trabajo.

Una sierra en funcionamiento y medir mal las distancias entre su mano y la mencionada sierra acabó con la amputación de todos los dedos de la mano derecha.

Cuando fueron a verle sus amigos, familiares y compañeros, alguien le preguntó con cara compungida:

—¿Y ahora qué vas a hacer, Jesús?

—Pues rascarme los huevos con la izquierda. —dijo el carpintero con una gran carcajada.


CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.

¿Una boda hippie?

 

N.U.L. (16)

Celso y Encarni, a punto de casarse y profundamente enamorados, y como en todas las parejas, siempre uno más que otro, decidieron hacer una boda ibicenca.

Es lo que se lleva ahora. —dijeron ambos a sus respectivas familias, cada uno por separado.

La familia de Celso, una familia de bien y de una gran posición económica y de mejor consideración social puso el grito en el cielo.

—Mi hijo no es un cualquiera. —gritaba ante su hijo—. Siempre has tenido lo mejor, lo hayas pedido o no; y ahora no va a ser menos».

La familia de la novia, tampoco vio con buenos ojos semejante disparate.

Aunque seamos de familia humilde, por ahí no pasamos. Esa gente es muy rara. ¡Hay que ver, con lo que te quería el hijo de Manolo, el del bar!

Cuando se reunieron ambas familias por primera vez para hacer las presentaciones y acordar los pormenores de la boda, los principales personajes del enlace se convirtieron en personajes secundarios; ambas familias tenían que dejar clara su postura y no ceder ante la otra familia en nada, daba igual lo que fuera.

Los consuegros se reunieron a parte; hay cosas de hombres que no les incumbe a las mujeres.

¿Fuma usted don…?

Miguel Ángel. Me llamo Miguel Ángel. Alguna vez.

¡Tome! ¡Un Montecristo nº4!

Las consuegras, por otro lado, también tenían que hablar de cosas de mujeres que…, como cabía esperar, tampoco les incumbe a los hombres, dijo Piluca, la madre del doncel.

Encarni madre desde la distancia clavaba los ojos a ‘su niño’ porque estas cosas no se le hacen a una madre.

¿A quién se le ocurre querer casarse con una donnadie ‘sin clase’, gusto ni estilo? pensaba la doliente madre de su futura nuera. También lo pensaba de la que iba a ser su nueva familia política, pero ya se sabe: este tipo de mujeres piensan mucho y mucho rato; y como los pistoleros de las películas del oeste, guardaba una bala en la recámara.

Encarni, yo soy una mujer que está muy bien considerada en mi sociedad. Quiero decir que para la boda de mi hijo no puede haber medias tintas; quiero lo mejor de lo mejor. ¡Ah!, y…, ¡cueste lo que cueste! Me entiende, ¿verdad? Quiero que todos mis invitados, los mil novecientos ochenta y cinco, queden completamente satisfechos y encantados con todos los detalles de la boda. No puedo consentir que nada ni nadie arruine ‘mi boda’. Me imagino que usted también quiere lo mismo para sus quince invitados, ¿no es así?

         CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.

martes, 6 de julio de 2021

Muerte por espada

N.U.L. (15)

José Hervás, Manuel Hervás, Isaac Hervás, Tobías Hervás y Galeno Mejías, de la estirpe más afamada del gremio de espaderos de la imperial ciudad de Toledo vivían por y para el trabajo. Eso era lo que les había inculcado desde aprendices y a la tierna edad de ocho años, el patriarca del clan de los Hervás. Galeno era hijo de su mujer, la cual quedó viuda a los seis meses de su himeneo, dando a luz al hijo póstumo de Efrén Mejías, anterior dueño del taller espadero.

María, la madre del clan y sufridora mujer de un oportunista embaucador que vio la oportunidad de medrar con un negocio montado, no vio venir al ‘lobo con piel de cordero’ que un día se presentó en su puerta para ofrecerla su ayuda. En tan solo una semana se la ganó, entre otras, con la promesa de desposarla y hacerse cargo de la criatura que estaba en camino. Cuando Galeno nació ya era demasiado tarde; ya se había quitado la careta el monstruo que convivía con ella y a la cual culpaba de la más mínima cuita que se le plantease. Para relajarse sacaba a bailar una vara de avellano que tenía arrinconada tras el portón de la calle. Las heridas que le podía hacer a la mujer se multiplicaban con el roce de las ropas que trataban de ocultar su pecado. Cuando los niños alcanzaron la edad de aguantar un sopapo, la ira, que el ‘buen hombre’ albergaba, la repartía por partes iguales, quedando, a veces, exhausto.

Un día, Antonio, un esclavo negro propiedad de la familia, murió de un mal golpe en la cabeza trabajando en el taller. Cuando llegó el galeno, solo pudo certificar la muerte del joven y pedir al lacrimoso amo que tuvieran cuidado con la maquinaria; y le propuso algo así como implantar un ‘protocolo de protección de riesgos laborales’ si no quería perder su propia vida o la de sus hijos. Esa misma noche, José dijo a sus hermanos que no había sido un accidente y que vio con sus ojos como su propio padre fue el culpable de la muerte de Antonio.

A los dos meses hubo otra muerte en el taller. Esta vez se trataba de Galeno. Si el monstruo nunca mostró ningún tipo de cariño, afecto o simpatía por ninguno de sus hijos, ¿qué le obligaba a tenerlo por Galeno? Nada. Es más, le detestaba, aun siendo el motivo de su prosperidad en la ciudad del Tajo. Esa tarde, después de enterrar el cuerpo de Galeno y camino de casa, José pidió a su padre que les dispensara de seguir laborando en el negocio familiar; la pérdida era irreparable y se sentían destrozados por perder a su hermano.

—¡Padre!, si no es faltarle al respeto, mis hermanos y yo desearíamos que nos dispensara para honrar a nuestro hermano recordándole en el luto interior de casa.

—Lo primero, que no era tu hermano; y lo segundo, que solo los muertos tienen derecho a descansar.

CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.


¡Hay secretarias y secretarias!


 N.U.L. (14)

Irene Sánchez, secretaria del registro civil de Málaga, soltera desde su nacimiento y sin compromiso que cumplir que subsane dicha situación, es una mujer obstinada donde las haya, reservada, prudente, siempre ha sido minuciosa en su trabajo, nunca ha salido ni un segundo antes de su puesto, siempre puntual, nunca dejando de ser productiva por un instante ya que no fuma y por tanto en su jornada  laboral rindiendo al máximo, siempre saliendo más tarde de lo que indica su contrato con la administración, ni un solo día de baja, nunca ausente de su puesto a pesar de los treinta minutos concedidos para el almuerzo, en resumidas cuentas, una joya de la administración del Estado.

Irenita, como la llamaba Don Faustino —su superior desde hacía más veinticinco años y a punto de jubilarse—, quien instruyó de los pormenores del trabajo al que iba a ser su sucesor, Don Cayetano, un joven talentoso que aprobó la oposición a la edad de veintitrés años; y que desde entonces, hace diez, hasta ahora, su vida laboral ha sido una carrera vertiginosa para ir a ocupar el cargo de Director Provincial del Registro. Don Faustino, también le dio algún que otro consejo sobre cómo comportarse con sus subalternos; y las virtudes y defectos de estos.

En la fiesta de despedida a Don Faustino no faltó ni un compañero. Todo fueron buenas palabras, felicitaciones, enhorabuenas, palabras de admiración y loas hacia el trabajo de jubilado y trabajadores en activo. La fiesta se prolongó hasta bien entrada la madrugada. Don Faustino y Don Cayetano no se separaron en ningún momento, gesto que no pasó desapercibido para la infalible secretaria, quien a lo largo de la noche experimentó ciertos sentimientos de atracción física y sexual al que ahora iba a ser su nuevo jefe. Seguramente que eso junto con alguna que otra copita también influyera en el morbo de hacer un acercamiento al nuevo macho alfa de la manada. La desinhibición que le proporcionó el alcohol hizo que cruzase bastantes palabras con Don Cayetano.

Irenita creyó ver en el apuesto y joven dirigente ciertos rasgos tagalos que creía poder compartir con él y así se lo hizo saber:

—Parece usted bastante joven para este puesto, no digo que no valga; si está… —dijo Irene.

—¡Usted cree?

—Parece un hombre muy apuesto. No lo parece, lo es. Seguro que ha tenido que quitarse a las mujeres de encima como a las moscas, ¿no?

—¡Usted cree?

—Parece que tiene ciertos rasgos… No sé cómo definirlos… ¿Tagalos? ¿Tiene usted familia filipina por casualidad?

—¡Usted cree?

—¡Jo! ¡Qué aburrido! ¿No sabe decir otra cosa?

—Saber, sé, pero créame que no le gustaría comprobarlo.

—Pruebe a ver.

—Pues… parece que usted es muyyy tonta.


CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.

lunes, 5 de julio de 2021

El presentador de moda

N.U.L. (13)

Álex Díez siempre fue un tipo avispado. Ya desde chaval despuntaba: vendía los paquetes de clínex a un euro cuando tan solo le costaban cinco céntimos. Así pudo costearse sus gastos sin tener que esperar a la paga semanal que puntual recibía cada sábado. Se podría decir que Alejandro fue un tipo precoz desde la cuna: con solo nueve meses se saltaba la cuna salvando la barrera que le protegía, con ocho meses era capaz de gatear a una velocidad de record y mantenerse de pie, aprendió a leer con cuatro años, a tocar el piano con cinco, consiguió acortar su estancia en primaria y en secundaria agracias a su sobredotación intelectual, ingresó en la Universidad con quince años y terminó la carrera con dieciocho, a los diecinueve aprobó una oposición, fue plusmarquista nacional de los cien metros lisos, probó suerte como piloto de rallies y ganó diferentes carreras importantes, pero su vida estaba incompleta; sentía un vacío dentro de sí que no sabía explicar. Y fue viendo la televisión cuando creyó encontrar la respuesta a eso le que faltaba, a esa parte vacía que había en su interior: quedó hipnotizado por la presencia de ese presentador de moda (que solo duro dos veranos). Lo veía claro, muy claro: acababa de decidir ser presentador del telediario o de un magazine de televisión, aunque tuviera que dejar su asentada plaza de funcionario, no importaba; hay que perseguir los sueños, dicen algunos eslóganes que cuelgan de las tiendas de moda y souvenirs.

Tras tres años de estudio vertiginoso, se licenció en ‘Ciencias de la Información’. Dos años más tarde ya presentaba algún que otro espacio dentro programas que eran como ‘los ojos del Guadiana’, aparecían y desaparecían de la parrilla televisiva en un santiamén. El programa desapareció y se olvidó el público de él muy rápidamente. De lo que no se olvidaron fue de su presencia ante las cámaras; era un animal televisivo que ‘daba muy bien en pantalla’. Los directivos de la cadena no pasaron desapercibida la brillantez del joven ante los medios y, en una decisión más que polémica, hicieron que debutara en el telediario de las nueve de la noche, apartando a un carismático y legendario presentador de toda la vida. Los espectadores tomaron a bien esta decisión directiva y fue muy aplaudida por los seguidores del telediario.

Con lo que no contaba la cadena era con la nevada de tamaño catastrófico denominada Philomena. La decisión de los jefes fue conectar con los respectivos presentadores desde casa para poder hacer, en la medida de lo posible, viable la continuidad de la programación televisiva. Uno de los que se ofreció de inmediato fue Álex. No solo tendría que presentar, como había venido haciendo en los últimos cuatro meses, el telediario, sino que además tenía que hacerse cargo de conducir un magazine matinal.

La celeridad y rapidez con la que el joven lo hacía todo, no pasaron desapercibidas para los espectadores, compañeros y directivos de la cadena. Los twits, whatsapps y demás mensajes multimedia se convirtieron en virales: «¡Mira debajo de la mesa!», decían y reenviaban los remitentes. Fue la última vez que Alejandro presentó nada. No se puede presentar la televisión en pantalones cortos desde tu casa. ¡Qué escándalo!

CARLOS BUSTAMANTE BURGOS


Misión espacial 'Apolo'

N.U.L. (12)      

         Probablemente el lector no sepa que las misiones espaciales a la Luna, Apollo, no se dieron en el orden cronológico que nos hace suponer su numeración. Así pues, se podría llegar a interpretar que antes de la celebérrima misión Apolo XI hubo diez anteriores. Pues no es así; en el verdadero orden cronológico fue la sexta. Y la séptima, fue bautizada con el nombre de Apolo XV. Los tripulantes de la misma fueron los astronautas David Scott, James B. Irwin y Woody Almod. A modo de anécdota, decir que en esta misión fue la primera en la que se condujo el «rover lunar» y el encargado de hacerlo fue Míster Almond, el único de los tres que no era militar.

La misión fue un éxito y las ganas de los cosmonautas por reencontrase con sus familias se toparon, como era costumbre, con la acostumbrada cuarentena que debían guardar para evitar traer cualquier tipo de virus procedente del espacio. Según la misión, el confinamiento abarcaba de dos a cinco semanas. Las familias no sabían nunca cuando podrían reencontrarse con sus valientes hombres, cabezas de familia.

El uno de septiembre de mil novecientos setenta y uno, a las siete horas y treinta y dos minutos a.m. se personó el joven astronauta en su hogar para descubrir a su, también, joven esposa en la cama con otro hombre. Muy disgustada la mujer por las formas con las que su marido había llegada a casa —sin avisar— encendió un cigarrillo ante la expresión de asombro del mismo y la incapacidad de este para articular palabra alguna. Tras una primera calada de humo, la señora Almond dijo:

        —Espero que no me montes ningún numerito. Esto es lo que te has buscado. Siempre llegando sin avisar y yo esperándote como una tonta. Ha sido culpa tuya. ¡Ah!, y además, la tienes pequeña.

        CARLOS BUSTAMANTE BURGOS

El premio Nobel

N.U.L. (20)

Michel Leclerc, junto con Marie Curie, es el único galardonado dos veces con el Premio Nobel. A diferencia de la polaco-francesa, Michel fue galardonado en 2003 con el premio en las categorías de Medicina y Química. Ambas categorías íntimamente relacionadas ya que el investigador había descubierto una vacuna contra el Ébola, otra contra el Sars Cov-1, una pastilla que frena el crecimiento descontrolado de las células que provocan diferentes tipos de cáncer y un largo etc. A esto, añadir que el bueno de Michel probó en su propio cuerpo las mencionadas vacunas haciendo de cobaya humana. Viajó a países que estaban en riesgo por el Sars Cov-1 ofreciendo de su bolsillo más de tres millones de vacunas y levantando hospitales en diferentes ciudades del África Negra.

Fue portadas de todos los diarios, de todos los noticiarios de televisión y radio, copó durante semanas las cabeceras de los medios electrónicos que se dan cita en internet, sin embargo, tan solo concedió una entrevista y fue nada más recibir en Estocolmo ambos premios.

Michel Leclerc, casado con Dominique De L’Herbe y con dos hijos adolescentes que pasaban de él (cosas propias de la edad), acudió a la ceremonia sin la presencia de esta, ya que, aunque emocionada por el evento, habiendo planificado su estancia en la capital nórdica y habiéndose comprado un trapito de Haute Couture del modista Julien Fournié —exasistente del idolatrado Gaultier—, tuvo el percance de romperse la tibia practicando ski en una pista indoor de un centro comercial parisino. Ella declinó la invitación ante su marido alegando: «No me apetece para nada en el mundo ser el hazmerreír de la ceremonia. ¿Qué te has creído?, ¿que este modelito se puede lucir como Dios manda en una silla de ruedas y con la pierna en alto. ¡No! ¡Por ahí no paso!»

Al celebérrimo Leclerc le pareció bien la decisión de su mujer.

En Estocolmo, como es de rigor, el discurso del novelado francés estuvo plagado de agradecimientos, anécdotas y guiños al jurado. Según pronunciaba su discurso, pensaba en su adorada familia y en cómo esta estarían siguiendo sus palabras por televisión.

Nada más terminar la ceremonia, Michel compareció ante la prensa para dar las típicas respuestas que se repiten incesantemente entre los galardonados de todos los años. Nada nuevo que destacar de esa entrevista improvisada. Entrevista, cuya declaración se fundía con la multitud de whatsapp que seguramente recibía en señal de felicitación. Un par de mensajes de la familia: sus hijos le pedían que informase cuando aterrizase en Paris. Obviamente, la familia le tenía que esperar para hacerle un recibimiento a su altura. Pocas familias pueden sentirse orgullosas de tener un Nobel entre sus miembros. Su mujer, Dominique, a eso de media hora antes de llegar a su domicilio, le volvió a poner un nuevo whatsapp en el que le ‘ordenaba’ que le dijese el momento exacto de su llegada. Michel, entonces no tuvo dudas, pero en vez de ir directo a casa, se paró a comprar unas botellas de Champgne Dom Perignon.  «Un día es un día.» —pensó; y también porque es el favorito de su mujer.

Cuando entró por la puerta, no había nadie. «Se han escondido para darme una sorpresa. Me haré el tonto, como si no supiera que han organizado una fiesta.» —trataba de adivinar.

Un nuevo mensaje de uno de sus hijos adolescentes le recordaba que debía informar a su mujer de su llegada. «¡Qué jodíos!, van a guardar la sorpresa hasta el final»

Creyó ver un movimiento tras una puerta. Fue corriendo; y efectivamente, se trataba de su amada esposa quien le recibió con los brazos en jarra.

—¡Cariño! —dijo él.

         —¡Ni cariño, ni leches! Le escopetó ella—. ¡Eres la persona más egoísta del mundo!, Ni una                         sola mención a tu mujer, ni una palabra de recuerdo para mí, que me tuve que quedar en                         casa impedida, ni mostrar una foto de tu amada en público ni a las cámaras, ni un gesto                         cómplice que luego dijeras a los reporteros que iba dirigido a mí.

 

        CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.

sábado, 3 de julio de 2021

Admiración por las pirámides

N.U.L. (11)

Inmaculada y Fernando eran una pareja que como tantas otras, cuando estaban con los preparatorios de su boda, decidieron y planificaron su luna de miel al Caribe. Concretamente a México. Pensaron que ir al caribe y quedarse solo en el complejo hotelero (Ahora la gente snob dice Resort.) era un poco vago y que cuándo se verían en otra para poder viajar de nuevo allí., que seguramente se arrepentirían de una decisión que les pudiera ahorrar unas pocas pesetas. Entonces tiraron la casa por la ventana y contrataron mil y una excursiones para visitar: hicieron un tour en todoterreno, saltaron a un cenote, visitaron Tulum, hicieron snorkel en Arrecife, se bañaron entre delfines, hicieron miles de compras en las tiendas de Playa del Carmen, viajaron en catamarán a la isla Mujeres, asistieron a una cena mariachi…

Eran muchas actividades, muchas comidas  (la mitad de ellas picantes), muchas bebidas en el todo incluido (la mayoría de ellas mojitos y caipiriñas)… En ninguna foto salían posando ante edificios históricos, ante templos históricos o ruinas mayas o aztecas (que para el caso, a muchos turistas les parece lo mismo.) Fernando propuso una visita a Chichén Itza. Inmaculada que no sabía lo que era ‘eso’ y enamorada de su recién estrenado marido dijo que lo que él dijera. Dicho y hecho. Al día siguiente, 15 de mayo (San Isidro en España), y con una temperatura asfixiante de treinta y cinco grados, la joven pareja, junto con otras veintitantas parejas jóvenes, se montaron en un autobús sin aire acondicionado con destino a las famosas ruinas mayas.

La pareja, que el día anterior gozaban de plena salud, se encontraron con la maldición de Moctezuma, él; y con la incomodísima e inoportuna menstruación. Las cosa empezaron mal desde un principio Y se tronaron en peor después. A multitud de mendigos ocasionales pidiendo limosna, se les sumó la pléyade de vendedores ambulantes que por allí pululaban cual moscas en el rabo de la vaca. Tuvieron un intento de robo que se quedó en nada ya que al carterista le pillaron, pero bien ‘de marrón’; más tarde, ‘les clavaron’ al pedir unas bebidas y para ‘más inri’, cuando todo parecía llegar a su término y enfilar junto con los demás la subida al autobús se les acercó un individuo que les dijo que la empresa ‘autobusera’ quería reponer  la falta cometida con ellos al transportarlos en un autobús hacinado y sin aire acondicionado. Fernando que siempre desconfiaba de quien daba duros a pesetas declinó por varias veces la invitación de ‘ tan amable samaritano’, sugiriéndole que se lo ofreciera a gente más necesitada que ellos. Más tarde supieron que las mafias locales hacían eso con los turistas que mostraban mucha ‘plata’ en público y que lo mejor que les podía pasar es que les dejaran abandonados en medio de la selva tras haber sido desvalijados.

Fernando era un tipo estoico que minimizaba cualquier imprevisto y para quitar hierro al asunto, una vez a salvo y en sus aposentos del ‘gran resort’, quiso enseñar las fotos  inmortalizadas por la cámara de la que el varón hizo ostentación en el viaje a Chichén Itza.

Ven cariño. ¡Mira qué foto más bonita de las pirámides!

¿Pirámides? ¿Qué pirámides?, si eso era una mierda de pirámide. No había más que piedras. ¡Me cago en las putas piedras!

¡Mujer! No digas eso de Chichén Itza.

Pues me cago en ti, ¡gilipollas!


CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.

viernes, 2 de julio de 2021

El penalti más jodido del mundo

 N.U.L. (10)

Marcos Pinilla ‘Marquiltos’ lo tenía clarísimo desde temprana edad, cuando fuera ‘mayor’ sería futbolista. Todo empezó un verano. A Marquitos le habían dado las vacaciones de verano y coincidía con el comienzo del mundial de fútbol. Todo era lo mismo.

Por las mañanas, por las tardes y algunas noches e incluso en la oscuridad rota por las dos o tres farolas que hubiesen quedado a salvo de las pedradas de ellos mismos. Este aprendizaje intensivo, esta práctica sin mesura se veía entrecortada cada vez que jugaba la selección española u otra selección de gran envergadura.

Marquitos fue a probar suerte en el segundo equipo de la ciudad. Su juego era bueno y a la primera fue admitido para formar parte del equipo. En aquel entonces, no hacía falta el consentimiento paterno ni  autorizaciones similares. Tampoco lo hubiera tenido y se hubiera visto en la necesidad de falsificar cualquier tipo de documento ya que su padre ni le gustaba el fútbol ni le gustaba ocuparse de la educación del chaval ni prestaba un minuto de atención a este.  El primer año de Marquitos en el club fue un año de transición; no destacaba, pero tampoco le desagradaba a ningún directivo del club. Directivos que nunca le dirigieron una palabra de ánimo, de complicidad o simplemente un saludo. El segundo año, todo cambió; se convirtió en el máximo goleador de un equipo que carecía de ‘medular’ y, por lo tanto, Marquitos pronto supo que para destacar tenía que hacer aquello a lo que estaba acostumbrado en la explanada de su barrio: coger el balón en el medio del campo y sin contar con ningún compañero ‘chupar’ hasta llegar a las inmediaciones del área contraria y chutar a gol. Sus compañeros se enfadaban con él; lo tachaban de ‘chupón’ y eso es tan malo como en una cárcel ser el ‘chivato’. Al menos, le quedaban los aplausos de una directiva que solamente en una tercera parte de la misma se dignaban a dar alguna que otra palmadita en la espalda. Tan solo era un niñato. Estos gestos quedaban reservados para la plantilla del equipo adulto.

Marquitos que no se encontraba a gusto tan solo necesitaba  las alabanzas de un cazatalentos del primer equipo de la ciudad para decir adiós al equipo. En realidad se despidió a la francesa. En pocos días los directivos de su exequipo se enteraron de la noticia y entraron en cólera;  eso no se hacía. decían los ‘mandamases’ del club—, que si el niño era un traidor, que si era un ‘judas’, que ¡mira cómo nos lo paga! Y un largo etc. tan grande como su inoperancia. Uno de ellos dijo que conocía al padre, Don Marcos. En este caso era el padre el que tenía el mismo nombre que su hijo. Fueron al verlo a la tiende de comestibles para que intentara convencer al ‘niño’ de su retorno al equipo de sus amores, según ellos. Don Marcos, que detestaba el balompié, tan solo se limitó a decir que eso del fútbol era una pérdida de tiempo, que más le valía al muchacho ayudar en el negocio familiar para ayudar en la economía doméstica. También preguntó  si había por medio alguna cantidad económica o que si eso se limitaba a los futbolistas que salían por la tele. Ante la negativa respuesta, el padre les dijo que se podían marchar por donde habían venido y que nunca les había visto por su negocio, pero que si alguna vez querían género bueno que acudiesen a su tienda y que si eso ya hablaría más adelante con su vástago.

Su novia de toda la vida, Jacinta, estaba encantada con el notición que le dio su chico cuando cambió de equipo, pero más tarde  dejó de estarlo para preocuparse por si el ascenso de varón iba in crescendo. Una amiga de Jacinta le dijo que las novias de los futbolistas famosos eran modelos y como ella no lo era que no dudase ni un segundo que cuando este llegase a un equipo de primera, sería sustituida por una miss. Esa idea permaneció en la cabecita de la joven Jacin y no conseguía encontrar salida. Su preocupación aumento cuando al joven le salió un pequeño contrato con un equipo de tercera división. No era mucho dinero, pero era un comienzo. Al año siguiente y gracias a sus goles (goles son amores) se le presentó un nuevo contrato con otro equipo de categoría superior, y aunque el contrato variaba económicamente en muy poco al de su presente equipo, aceptó; (dicen que nada es igual a nada y es cierto) era un escalón más que debía subir y que el dinero vendría más adelante. Lo poco que cobraba se lo gastaba pagando al Juli un amigo del barrio mayor que él que le hacía de chófer ya que este tenía coche propio.

La vida de Marquitos dio un giro de guion, a finales de temporada cuando en la última jornada y a falta de un minuto para el pitido final, el árbitro pitaba penalti a favor de su equipo. Si marcaba, ganaban la liga. A estas alturas el lector habrá intuido que Marcos Pinilla ‘Marquitos’ falló el penalti, pero no, no lo falló; marcó y ganaron la liga con el consiguiente ascenso de categoría. Echó en falta a su novia Jacin para festejar con la persona a la que más quería su último éxito.

De camino a casa, desde que salió del vestuario, las palmaditas en el hombro, los besos, los saludos de manos… se sucedieron y le llevaron en una nube hasta montar en el coche del Juli.

¿Cómo es que no ha venido hoy Jacinta? —preguntó el Juli.

A las mujeres no hay quien las comprenda. Como no les gusta el fútbol….

Será eso. —dijo el chófer.

Cuando llegó a casa, la tienda de Don Marcos permanecía cerrada. Al subir y abrir la puerta descubrió a multitud de gente en casa. —Se trataba de una fiesta. —dedujo la joven promesa. Estaba toda la familia. Había muchos vasos, refrescos, algunas botellas de licor y algunos platos encima de la mesa. También estaba Jacinta con su familia. Tenían la radio puesta, pero muy bajita, seguramente que para no molestar a los vecinos.

¡Hemos ganado! —manifestó el joven con gran emoción—. ¿Os habéis enterado de lo del penalti?

Por eso estamos aquí, Marcos, por eso. No es momento para alegría ni risitas. Te tienes que casar con Jacin y, como ahora debes responder como marido y como padre, ya se acabó la gilipollez esa de seguir dando patadas a un balón. A partir del lunes empiezas a trabajar en la tienda de tu futuro suegro.

CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.


jueves, 1 de julio de 2021

Es Navidad

 


N.U.L. (9)

Manolito Calvín nació siendo un niño sufridor. Nació en el seno de una familia pobre. Todos los años, cuando llegaba Navidad era más consciente, si cabe, de la paupérrima situación económica de la familia. Lloraba delante de los escaparates de las tiendas de juguetes porque sabía que de los artículos allí expuestos no sería ninguno para él. Lloraba con los anuncios de televisión porque le hacían ver que no todas las personas tienen la misma fortuna al nacer; sabía que sus compañeros lucirían los juguetes por las calles, todos, menos él.

Una tarde vio una película en la que se veía a Santa Claus rodeado de elfos, los cuales le construían los juguetes que más tarde entregaría a los niños, a todos excepto a él. Pronto supo de la realidad de los cuentos de Navidad y de los cuentos en general, pero tuvo una temporada en la que soñaba con ser de mayor un elfo para poder estar rodeado de juguetes. Sueño que se cumplió el día que entró a trabajar en la tienda de Don Marcelino. Él sumaba la edad de dieciocho años y Don Marcelino dividía la tienda en dos partes: a un lado vendía bicicletas; y al otro, juguetes. Manolo que ahora se veía rodeado de juguetes, ya no soñaba con ellos; se le había pasado la edad de jugar, aunque seguía siendo igual de desgraciado, seguía siendo una persona sufridora, se enamoró de quien no debía, Julita Márquez Santoro, que era la joven por la que bebía los vientos —vientos que la mencionada Julita reservaba para otro, José Luis, hijo del fotógrafo Don Matías—.

Con el paso de los años, su Julita se convirtió en Ernestina, una chica que no le gustaba, pero que llegado a cierta edad no pudo rechazar. A Ernestina le pasó lo mismo con él. El matrimonio no pudo tener hijos, cosa que Manolo agradeció ya que no le hacía ninguna ilusión pensarse tirado en el suelo jugando con un mocoso después de un día de trabajo.  Tras veinticuatro años, once meses y veintinueve días de matrimonio, Ernestina le pidió el divorcio porque no quería llegar a las bodas de plata con un hombre gris. Desde aquel día hasta hoy, la vida de Don Manuel ha transcurrido también gris. Reside desde hace cuatro años en una residencia de la tercera edad llamada San Nicolás que es regentada por las Hermanitas de los desamparados. Ahora que Don Manuel ve cómo la muerte se resiste a llamar a su puerta, todo es diferente a la infancia de aquel Manolito, todo excepto dos cosas: sigue siendo un sufridor y sigue llorando delante de los ventanales —las monjitas piensan que es de amor hacia Ernestina—. Simplemente, es Navidad.

        CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.

¿No cesará este rayo? MIGUEL HERNÁNDEZ

 VÍDEO Nº 2 De la colección ANTÁRTICA POÉTICA Canal de YouTube ¿No cesará este rayo que me habita el corazón de exasperadas fieras y de frag...