CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.
domingo, 1 de agosto de 2021
Celia Vergara Quinteto, colofón del XIX Festival de Jazz de Talavera de la Reina.
jueves, 29 de julio de 2021
XIX Festival de Jazz de Talavera de la Reina
Estos días se viene celebrando el XIX Festival Internacional de Jazz Ciudad de Talavera desde el 26 hasta el 31 de julio con actuaciones de primer orden en la talaverana Plaza del Pan.
El Festival, creado hace 18 años por iniciativa particular, permitirá a los aficionados disfrutar de artistas de nivel mundial y nacional como Andrea Motis Quintet, Sean Clapis New World Band, Kiko Berenguer Quartet, Cecilia Krull Quartet, Lluis Coloma Trio, Cecilio Bergara Quinteto.
También existirá un certamen de Photo Jazz y otro de DibuJazz para los más pequeños. A ello se le suma la presentación del libro Nuestras queridas orquestas de Francisco Juárez.
Fuera de la plaza y con la colaboración de diferentes empresas hosteleras, del 23 de julio al 15 de agosto y a partir de las 00:30 horas, contamos con nueve fechas para escuchar lo mejor del jazz y degustar de un Pic Nic Jazz en La Bombonera con la actuación de Tornillos Swing.
El Festival se desarrolla en horario de mediodía con guiños gastronómicos, con presencia en diferentes radios locales y los certámenes de fotografía y pintura. El horario de medianoche queda copado por los diferentes conciertos.
Organiza como siempre la Asociación Músico Cultural "Always Elvis" con el patrocinio del Ayuntamiento de Talavera.En los Conciertos de Plaza del Pan, en esta edición, el aforo queda limitado a 500 espectadores y el acceso a cada asiento será por orden de llegada, hasta completar aforo. A diferencia del pasado año, no se recogerán invitaciones, teniendo que personarse los interesados en las vías de acceso a la Plaza del Pan, poco antes del comienzo de las actuaciones. Todas comenzarán a las 22:30 horas. Se recuerda la vigencia del distanciamiento social y el uso de las diferentes medidas anti-covid. El uso de la mascarilla es obligatorio en todo el recinto.
CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.
jueves, 22 de julio de 2021
Emmanuel Carrere
ARTÍCULO SOBRE EL GANADOR DEL PREMIO PRINCESA DE ASTURIAS DE LAS LETRAS 2021.
Subtítulo: Los
demonios de un escritor.
Autor: Carlos Bustamante Burgos.
Emmanuel Carrère suma un reconocimiento más a su carrera. Esta vez ha sido reconocido con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2021. Si los premios son injustos porque dejan a otros muchos sin ese reconocimiento del que también deberían disfrutar al igual que el ganador, esta vez, se ha hecho justicia con un hombre que destaca por ser el máximo exponente de un tipo de literatura denominada autoficción. Su literatura se basa en hechos reales y es esto lo que le ha hecho ser considerado uno de los renovadores de la literatura de no ficción. Todo lo que impregna su vida se convierte en novela. Todo lo que le provoca caer en intermitentes depresiones se convierte en best seller.
Muchas de sus obras han
Ha sabido compaginar su vida de
escritor con la de guionista. Ha sabido sacar provecho a sus vivencias y
convertirlas, cual Rey Midas, en éxitos literarios y fílmicos. Ha sabido
convertir cualquier bajada a los infiernos o cualquier depresión en una excusa
para hablar de sí mismo y convencer a sus millones de lectores.
Su explosión en el mundo literario
llegó con El adversario, novelando la historia de un parricida que le
hizo tambalear psicológicamente. Más tarde, Una novela rusa, donde la locura
y el horror obsesionó más que nunca al autor. Decidió tras el éxito de El
adversario, huir, dejarlo todo buscando un reportaje en Rusia, buscar un pasado
oculto de colaboración con los nazis por parte de su abuelo materno y del que
su madre guardó herméticamente un silencio que avergonzaba a la familia. A la
vez, escribía un relato erótico para su amante. Relato que interrumpió; sucedió
un crimen horrendo y de repente todo su mundo de tambaleó. Fue una nueva
crisis.
Otro de sus libros, y siguiendo la
estela de ‘lo ruso’ e influenciado por su madre, Hélène
Carrère d'Encausse —historiadora, miembro de la
academia francesa y eurodiputada del partido de Nicolás Sarkozy— es Limónov,
cuyo personaje principal no es un personaje de ficción, si no un personaje de
carne y hueso, un poeta y disidente ruso que fue encarcelado y que falleció el
pasado año 2020. Lo importante de esta obra podría ser el libro en sí mismo,
pero yo quiero que el lector se fije en la importancia que tiene Rusia en la
vida de Carrère y que de forma periódica sale a flote en la vida del escritor.
En 2011, tras sufrir una nueva
recaída —se muere su cuñada debido a un cáncer y la hija de unos amigos por el Tsunami
de Sri Lanka de 2004. Y a ello se le suma la crisis de pareja que
arrastraba desde hacía tiempo—, edita De vidas ajenas. Tener tan cerca a
la muerte le hace decaer de nuevo y engendra una novela en la que va adentrándose
en una espiral de historias dolorosas, donde una primera
historia da paso a una segunda. Y a una tercera. Y a una cuarta. Todas teniendo
como antecedente la anterior, pero cobrando una vida descarnada donde la
crítica al sistema judicial queda patente.
Más tarde, edita El
reino. La obra es fruto de su acercamiento a las sagradas escrituras (y más
concretamente al Evangelio de San Lucas) tratando de buscar una ayuda. Se trata
de otro libro difícil, un híbrido entre memoria, ensayo y ficción en el
que entremezcla dos historias en dos tiempos que distan dos mil años. En
una se refleja a sí mismo en un momento de crisis personal debido a su
tormentosa relación de pareja y al alcoholismo; y en la otra, indaga en los
orígenes del cristianismo. Se interesa por la vida de San Lucas y de
Pablo de Tarso, pero sobre todo en el mensaje de transgresión del cristianismo
con respecto a los cánones establecidos en aquella época. También le interesa
esa fe desbordante que se aleja de la razón. Lo que le hace llegar a la
conclusión de que mayoritariamente nos movemos por conductas irracionales e
insondables.
Finalmente quiero acercar al lector su obra Yoga. No se trata de un manual sobre yoga ni un libro de autoayuda ni de una novela, pues Carrère no sabe el oficio de novelista. El siempre abarca una escritura difícil, que es denostada y ensalzada a partes iguales por el lector que se acerca a su obra. No debemos perder de vista que Emmanuel es un escritor que se mueve en el producto híbrido. De ahí su innovación.
Yoga es un libro que vuelve a
retomar la constante crisis de pareja que siempre vive, de la ruptura de esa
relación tóxica y sus consecuencias. También incluye el terrorismo islamista,
el drama de los refugiados; y de forma tangencial, el yoga, que el escritor
practica desde hace veinte años; y que, paradójicamente, busca mediante él con
técnicas de concentración un mayor control físico y mental. Un control mental
que le está vetado, en parte debido a su gran ego, y que forma parte de
la génesis de sus obras y de no encontrar una estabilidad en su vida y en sus
relaciones de pareja. Emmanuel Carrère tiene más demonios que lo atormentan:
otro, son los celos que manifiesta sentir por el éxito del escritor Michel
Houellebecq.
Ahora parece tocar el cielo —aunque seguramente sea por
poco tiempo—.
El jurado del
Premio ha destacado su capacidad para borrar las fronteras entre la realidad y
la ficción y la indagación que hace de la condición humana mientras se suceden
en el mundo los más atroces crímenes, las catástrofes naturales más convulsas o
los relatos más corruptos de un sistema que nos engulle.
CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.
Dorothy Parker
ARTÍCULO SOBRE LA ESCRITORA NORTEAMERICANA DOROTHY PARKER.
Título: Dorothy Parker.
Subtítulo: El
origen del mito. El origen de la Generación perdida.
Autor: Carlos Bustamante Burgos.
Mucho se ha hablado y
escrito sobre Dorothy Parker, pero ¿quién era Dorothy Parker en realidad?, ¿por
qué trasciende esta en una generación plagada de estrellas?
Su poesía, marcada por sus
intentos de suicidio; su imagen —unida al whisky y al cigarrillo— en una
vida excéntrica y siempre decadente; y sus críticas, con artículos polémicos
y pendencieros.
Siempre rodeada por figuras como Scott Fitzgerald, Dos Passos y Hemingway. Se la veneraba y odiaba a partes iguales, pero en lo que sí coincidían todos era en el temor que los infundía. Nunca se casaba con nadie. Nunca decía nada a medias tintas. Dorothy Parker es un mito de la «generación perdida» gracias al personaje, que trascendió a su obra literaria; y no sería hasta pasado un tiempo que su obra literaria fuese juzgada con justicia.
Dorothy Parker fue una
mujer de apariencia frívola y alegre, pero tras esa apariencia se escondía una
mujer siempre en caída. Obras como La soledad de las parejas o El
banquete de palabras no solo está fotografiando a una sociedad sin rumbo,
sino a su infierno personal con ese deseo constante de la muerte.
Guionista en Hollywood y corresponsal en
España durante la Guerra Civil, Dorothy Parker fue
una mujer que se hizo a sí misma gracias a sus dotes intelectuales, a su
ingenio y a la mordacidad de sus críticas en Vogue o Vanity Fair que realizaba
de esa América que quería romper con la herencia europea. Huérfana de
madre a los cinco años y de padre a los veinte, quedó marcada por dos sucesos:
el primero, un triple conocimiento muy cercano de la muerte (la de su madre, la
de su padre y la de su tío paterno que falleció en el hundimiento del Titanic)
y del sabor efímero de la felicidad; y el segundo, con dieciséis años, entrar a
trabajar como pianista en una escuela de baile, lo que le hizo conocer el lado
más frívolo y loco de la vida.
La
muerte de su madre junto al carácter de una mujer ultracatólica (la segunda
esposa de su padre) le haría perder todo tipo de fe y la visión idealizada de
una vida puritana. Esto forjaría su carácter y su actitud ante la vida.
Escribe poemas para evadirse de una realidad que no le gusta, que le ha privado
de su madre y que más tarde también le privaría del padre. Es precisamente, un
año después de la muerte de su padre cuando decide en 1914 vender sus poemas a
Vanity Fair. Le compran un primer poema y madura la idea de vivir escribiendo
en los medios. Sabe que vivir de la venta de poemas es difícil, aunque sea lo
que ella quiere hacer, a lo que se quiere dedicar. También sabe que es más
fácil vivir como colaboradora de cualquier revista. Bien mirado, también es
escribir y vivir de la escritura.
De este modo, utiliza,
a modo de tarjeta de presentación, la publicación de su poema Any Porch
en Vanity Fair para pedir trabajo como redactora en la revista Vogue que también pertenecía al grupo empresarial Condé
Nast. Tres años más tarde cree que la felicidad no le está vetada porque
se dan dos acontecimientos que, a sus ojos, la colman de felicidad: sustituye a
P.G. Wodehouse como crítica de teatro en Vanity Fair y se casa con el
corredor de bolsa Edwin P. Parker. Tras diez años de infeliz matrimonio se
divorcian. De él mantuvo para siempre su apellido, con el que ha pasado a la
Historia.
Mientras crecía
su prestigio como crítica, con frecuencia escribía sus breves, pero incisivos
poemas en las páginas de los diferentes medios en los que trabajaba. En 1926,
publicó su primer libro de poesía, Enough Rope , que inmediatamente se reveló
como Best seller. Más tarde se sucederían Sunset Gun (1928)
y Death and Taxes (1931).
La poesía de
Parker refleja sin lugar a duda su brillantez, pero también por la eterna
crisis en la que vivía constantemente.
¿Pero qué fue
lo que le hizo trascender a una época?, ¿qué fue lo que le hizo ser
representante de la generación perdida?
Parker con
un verso “flapper” (ligero) supuso una punzada para parte de una sociedad
estadounidense conservadora que veía con malos ojos la visibilidad de la mujer
en una sociedad marcada y dirigida por los hombres.
Las flappers
eran las chicas que bailaban, iban a fiestas,
iban a la moda, eran chicas cínicas, frescas, descaradas, seguras de sí
mismas y de una vitalidad. Fueron fruto de los locos años veinte, una época
marcada por la prosperidad económica tras la PGM, el inconformismo, el deseo de
ser libre, de vivir y disfrutar de la vida, la creatividad, la nueva
sexualidad, la moda…
Hay un acontecimiento que
marcó un antes y un después, fue el retorno de las tropas americanas
enviadas al frente durante la Primera Guerra Mundial, especialmente a
Francia. Tropas compuestas por más de cuatro millones de jóvenes.
El nuevo sueño americano
exigía romper con la tradición y articular un estilo de vida que poco tenía que
ver con el mundo de los pioneros basado en el ahorro y en la moral puritana. La desilusión por los horrores de la guerra, el
rechazo a los valores de la generación anterior (patriotismo, coraje,
masculinidad), la decadencia, la visión distorsionada “del sueño
americano”, los roles de género, etc., hicieron que una generación completa buscase
el lado hedonista e inconformista de la vida, criticando lo que no les
gustaba de la sociedad puritana en que vivían y luchando por los derechos que
creían tener mermados.
Para Parker, Hemingway y
otros escritores de la generación perdida París fue una fiesta; por contra,
para el puritanismo era una ciudad de pecado y perdición.
La lucha contra las modas
y modismos traídos de Francia, los inventos de la época, la nueva música, la
«Era del Jazz, blues y Charleston», el consumo de drogas, la Ley seca —en
vigor entre 1920 y 1933— quebrantada con la connivencia de las autoridades, la
cruzada contra cualquier atisbo de liberación sexual, la censura en los
estudios de Hollywood … eran mecanismos que pretendían poner freno a las nuevas
costumbres de la juventud por parte de un puritanismo que militaba entre los
republicanos y demócratas.
La juventud se familiarizaba con nuevas experiencias sexuales como el petting, en un mundo poblado por las flappers. Se pusieron de moda los petting parties (fiestas de tocamientos), donde jóvenes de ambos sexos se reunían para un intercambio de besos y caricias, sin llegar a la penetración; y siempre bajo la presencia del resto de invitados.
La juventud, también se dejó
arrastrar por el mundo de la drogadicción; muchos de los soldados
heridos en el frente se hicieron adictos al uso de estas. Esto fue abarcando
también a aquellos jóvenes que nunca las necesitaron como distinción, moda o
estatus social en un principio, para posteriormente generalizarse en todas las
clases sociales.
Los Estados Unidos se convirtieron
en líderes de la economía mundial tras la Primera Guerra Mundial. El «estilo
de vida americano» se caracterizaba por el consumo (automóviles, comida,
vestido, electrodomésticos…), estimulado por la publicidad y facilitado por el
crédito personal o las ventas a plazos. También se convirtieron en objetos de
consumo: los espectáculos (cine, deportes, teatro); la alta costura; y la
asistencia a clubes y salas de baile (jazz, charleston, blues).
En Estados Unidos, estos
valores del éxito, la iniciativa y el esfuerzo individual impulsaron una
búsqueda de la “felicidad” que se podía comprar e incluso a plazos. La
pobreza y el fracaso se interpretaban como signos de pereza, falta de
inteligencia, debilidad e incompetencia.
Dentro de los grupos, en
un primer momento, elitistas o si se quería formar parte de estos se debían
adoptar todas las modas, usos y costumbres, entre ellos el del consumo de
drogas: opiáceos, heroína, morfina, cocaína, efedrina… La droga les daba un
aporte extra de felicidad; el alcohol, experimentar la sensación de
quebrantar la ley establecida dominada por los grupos puritanos.
Grupos puritanos como
YMCA e instituciones universitarias diseñaron toda una red de instalaciones
deportivas y gimnasios para alejar a la población del alcohol y otros pecados creando
una imagen del joven perfecto, simbiosis del boy scout y el atleta
cristiano.
Los jóvenes universitarios
que deberían destacar solo en los campos de fútbol se encontraron con unas
chicas nuevas –las flappers– que brillaban en las pistas de baile al
ritmo de las grandes bandas de la época (Count Basie, Tommy Dorsey, etc.).
Tanto las canchas
deportivas como las salas de baile se convirtieron en escaparates de unos
jóvenes bellos, elegantes y seductores que rompían con el pasado de sus padres.
Los grupos puritanos que
moldearon a los jóvenes hombres en el deporte y en el esfuerzo no habían
contemplado que iba a surgir un nuevo tipo de mujer que respondía a la nueva
modernidad. Se trataba de una mujer —la flapper— que fumaba, bebía, se
maquillaba, se perfumaba, llevaba el pelo corto, vestía elegantemente, practicaba
deporte, frecuentaba piscinas y playas, y bailaba al son de unas nuevas músicas
indecorosas.
La mujer que trabaja codo
con codo junto a los hombres en empresas y oficinas reclamaba el sufragio
universal; era una nueva mujer que quería romper con el siglo anterior.
La mujer comparte
diversión en las salas de fiesta con el hombre, hace gala de coquetería,
contempla una sexualidad libre al margen de la procreación, sin demasiados
compromisos y que incluso –es el caso de Dorothy Parker– llega a abortar.
Philipp Blom, en su libro Años
de vértigo, califica al flapperismo como una corriente alegre y libre,
entre el hedonismo y el nihilismo, que coincide con los «felices años veinte»,
con nuevos ritmos musicales (jazz, charlestón, etc.) y nuevas costumbres
sexuales.
La flapper es una
mujer atractiva que encuentra un icono en una imagen publicitaria: la de Betty
Boop inspirada en la cantante Helen Kane, una verdadera flapper que,
según Blom, se convirtió en símbolo de la feminidad durante la depresión.
Este nuevo tipo de mujer tenía
sus propias publicaciones dedicadas a la moda, al estilo, a la vida de sociedad y se
editaban en Nueva York y en ellas colaboró Dorothy Parker, como Vogue y Vanity
Fair.
Las flappers fueron
precursoras de las pin-up, modelo de mujer desenfadada y atractiva que
además de ilustrar los calendarios se impuso a partir de la Segunda Guerra
Mundial. Una de ellas, la actriz Betty Grable.
Dorothy Parker fue una
mujer flapper que escribió desde publicaciones para mujeres flapper.
Luego más tarde como freelance siguió con sus escritos dirigidos a un
público flapper que tendría que asentar día a día las bases de la
igualdad. Las mismas por las que ella luchó durante toda su vida; y que como
colofón de una vida de lucha contra las injusticias legó todos sus bienes, en
testamento, al Movimiento de Martin Luther King.
CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.
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