N.U.L. (7)
Jean Benvenuti, hombre sin oficio ni beneficio y cuya única
salida para llevar algún que otro franco a casa era hacer de mimo de cuarta
categoría frente al Louvre, la tarde del 22 de junio de 1964, en un estado de nervios
imposible de imaginar, se personó ante la gendarmería para dar parte del
hallazgo que había realizado. En un rincón de la buhardilla de su casa, en un
alarde ante su mujer, Juliette, por limpiar de una vez el espacio casi
inaccesible que esta le rogaba constantemente que limpiara, encontró una copia
gemela de la Monalisa.
Los medios de prensa dieron rápida cuenta de su hallazgo. Estos se agolparon ante su casa intentando ser los primeros que daban una exclusiva de tan sorprendente acontecimiento. Tras dos días de máxima expectación ante las pruebas a la que fue sometida la obra pictórica, los especialistas determinaron su autenticidad. Entonces la atención sobre el singular mimo fue gigantesca. Las diferentes cadenas de televisión nacionales e internacionales, los respectivos medios de prensa escrita y cadenas de radiodifusión lanzaron diferentes ofertas económicas para quedarse en exclusiva con el testimonio del personaje de moda. Al pequeño hombre le llovían las ofertas. Ante tal panorama creyó que lo más conveniente sería hacerse de rogar y de paso ir aumentando su caché. Estaba en lo cierto; al cabo de dos semanas diferentes medios le ofrecían más de un millón de francos ya no solo por obtener la exclusiva, sino solo por que les concediera una pequeña entrevista.
Cuando se llegó a la quinta semana, la
historia dio un giro; el portavoz de la policía informó, ante la prensa y en la
escalinata de la sede de la Gendarmería Francesa, que un nuevo análisis contradecía
los resultados del inicial, siendo falsa esta copia. De la noche a la mañana, los medios dejaron
de interesarse por ese pequeño hombre que, con el hachazo de los nuevos
resultados, se convirtió en un hombre aún más pequeño y contraído, a la vez que
contariado; Juliette, que estuvo durante semanas elucubrando con las compras
que iba a realizar con el pastizal de las diferentes entrevistas, lo mandó a
dormir al pequeño habitáculo y receptáculo de la, ahora, odiosa copia, aún
polvoriento y lleno de útiles inútiles.
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