domingo, 25 de julio de 2021

Lafayette: Cuando hay un general en casa

N.U.L. (38)

Durante la guerra de independencia de las colonias americanas de Inglaterra, el apoyo que tuvieron los colonos americanos por parte de Francia fue imprescindible para que la misión tuviera éxito.

Lafayette fue uno de los militares franceses que más contribuyó a la causa.

De las trece colonias, hubo dos que no presentaron prácticamente ningún tipo de acto bélico durante las contiendas militares por la independencia: Maryland y New Hampshire.

Lafayette, estando en Annapolis, capital de Maryland, esperaba instrucciones de Washington para su próximo movimiento militar. En Annapolis era donde se almacenaban los suministros de las tropas estadounidenses y francesas. Durante la independencia americana, Annapolis era la ciudad más cosmopolita y más europea de todas las ciudades de todas las colonias. Habían adoptado las costumbres y usos de Francia y la ciudad era una copia de muchas ciudades francesas. Los ciudadanos de Annapolis, durante la corta estancia de las tropas francesas en su ciudad, estaban más que encantados por el honor que les brindaba la presencia de sus invitados redentores.

Lafayette preguntó a Celsius Herbé, por aquel entonces una especie de alcalde de la ciudad por un cuadro que colgaba en el recibidor de la entrada del ayuntamiento. Le llamó la atención la belleza de la mujer pintada. Esa cara le resultaba conocida, pero no conseguía recordar donde la había visto. Creyó que se había cruzado con ella en la localidad, pero no sabía dónde. Preguntó por su domicilio, por la familia de esta; quería saber si estaba casada y saber cualquier dato por nimio que fuera del marido.

Le decepcionó la respuesta del señor Herbé; le dijo que la bella dama había fallecido hacía un siglo, que el amor de su marido por ella, Lord Baltimore, hizo que este pusiese el nombre de su esposa al condado, Anne Arundel, y también a la ciudad en la cual vivían, Annapolis. A Lafayette le interesó mucho lo poco que el edil sabía de la bella mujer. También le contrajo saber que no podía visitar la tumba de la dama; había fallecido como su esposo en tierra inglesa.

Esa misma noche, Lafayette soñó con la mujer. Esta le avisó del peligro que corría su vida y que debía ante todo desconfiar de los alemanes. Le extrañó notablemente que en tres veces le hablase de los alemanes cuando la guerra era contra los ingleses. Al día siguiente se interesó por buscar un libro de gramática alemana hasta que finalmente lo encontró. Se interesó tanto por esa lengua extranjera y se abstrajo del mundo exterior que rehusó comer y cenar, no durmió durante una noche y al día siguiente, nuevamente ayuno hasta que llegada la noche y con el ridículo objetivo cumplido de tener que leer algo que a la vez que desconocía y le fascinaba. Aprendió fonéticamente las palabras alemanas. Se interesó por conocer si en la ciudad había un ciudadano de origen alemán. Nadie conocía a ningún habitante que fuera de origen alemán. Por la noche, siendo la hora de la cena e intentando recuperar las comidas perdidas, alguien golpeó la aldaba de la puerta. Un caballero alto y pelirrojo se encontraba al otro lado. Se presentó como alguien que Lafayette deseaba ver. Cuando dieron noticia a Lafayette de la presencia del hombre, este recordó las palabras del aviso onírico de Lady Baltimore, temiendo que este acabará con su vida. Aunque deseaba reunirse con un alemán debido a su interés por la lengua germana, también percató a sus soldados de la presencia de este y les pidió máxima atención por si este pretendía atentar contra él. Una vez cacheado y registrado lo hicieron pasar al comedor, lugar donde Lafayette se encontraba. No tuvo nada que temer durante esa noche que se convirtió en día. Lafayette era un individuo con un fácil aprendizaje para las lenguas. Ya lo había hecho con el inglés.

Meses más tarde, las tropas comandadas por Lafayette se enfrentaron en Delaware a los mercenarios hesianos. Información es poder; quien la tiene, tiene una ventaja sobre el enemigo. Linke flanke, linke flanke. Linke flanke, se oía repetidamente una y otra vez. El comandante supo reaccionar y el aprendizaje exprés del idioma alemán salvó la vida suya y la de sus hombres.

Años más tarde cuando nació su primera hija, decidió llamarle Anne.

-La niña se va a llamar Henriette, como mi madre. -dijo de forma airada y con cierto que demostraba más que celos añadió-. Anne, ¿se puede saber quién es Anne?

-Es una larga historia. Anne es alguien muy importante en mi vida.

-Más que mi madre, no creo. Más que mi madre no hay nadie que sea más importante

El general dijo con autoridad: «en esta casa mando yo y punto».

-Tu mandarás mucho en el campo de batalla, pero te aseguro que la que manda en casa soy yo. La niña se llamará Henriette y, ahora sí, punto, pero punto final. -Y efectivamente, la primera hija de Lafayette se llamó Henriette; la segunda, Anastasia Louise, como la tía de Adrienne, la sufrida esposa de Lafayette.
Como las mujeres son más inteligentes que los hombres, hizo creer a su esposo que se salía con las suyas, ganando finalmente contra ella la guerra por los nombres, ya que le permitió llamar al tercer hijo y primer varón, Georges Washington.

Una vez bautizado el pequeño, Lafayette le hizo la siguiente observación a su esposa:

-Querida se pierde una batalla, pero no la guerra. No te preocupes, habrá más, ¿no?

-Vale, vale, lo que tú digas. Ahora, déjame que tengo que elegir el color de las nuevas cortinas.

-¡Qué más da, querida! Azules, como las que hay ahora.

-Me gustan más, rosas.

-A mí, azules -dijo con énfasis el valeroso general. A lo cual su pequeña, pero intrépida mujer no llegó a achantarse para responder:

-Y si te digo que mi madre las tiene rosas. 


         CARLOS BUSTAMANTE BURGOS.

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